El domingo, la atención estaba centrada en el corso, pero el lunes era el día de la participación más popular y las fiestas en cada calle: son las chamuyadas. También le dicen mojazón general. Las calles son cortadas por los vecinos con ruedas de auto, latas o sus propios vehículos, cortando impunemente el tráfico, ya sea una calle principal, secundaria, plaza o jardín público. La ciudad se cuartea al gusto y capricho de la gente que organiza sus fiestas al aire libre, ante todo el mundo. Se lanzan agua con valdes (cubos), con chisquetes (pistolitas de agua), jarras, las manos, pateando un charco, o con una manguera sacada de la casa, cualquier cosa es buena para mojarse y mojar. Es verano, hace calor y el alcohol y el baile también compensa el posible frío que puedas pasar. Cada quien que se atreva a pasar cerca es mojado, especialmente si es joven y más si es chica. Los amigos que se reúnen alquilan equipos de música potente, sacan mesas al asfalto, cerveza, vino y chuflay (cóctel hecho con azúcar, gaseosa, hielo y singani –destilado de uva de alta graduación). Se invita a los vecinos cercanos para evitar protestas o enfados y promocionar la amistad. Se bailan sin parar salsas, cumbias, villeras, rueda chapaca, huaiño, todo lo que tenga buen ritmo, rápido y animado. Mientras se bebe y se danza se moja, se arroja agua masivamente, olvidándose de la cartera que se le olvidó en el bolsillo, que el reloj no es acuático o que la polera (camiseta) se transparenta demasiado. Es tremendamente divertido, aunque se da el abuso del alcohol, del consumo desmesurado de agua y del colapso del tráfico urbano.
Por supuesto, nosotros participamos en una chamuyada cerca de casa, nos empapamos hasta la médula, bebimos justo al límite de la decencia, bailamos sin pudor y celebramos la fiesta. La sorpresa era ver cómo una de las calles de paso fundamental norte sur de la ciudad era seccionada por un grupo de no más de quince personas que se divertían de lo lindo sin temor a intervención policial, multa o recriminación social alguna. No hay foto del momento, por motivos obvios y por no tener cámara subacuática.
El martes es el último día del Carnaval y se celebra en familia, en el campo, en casa, sin embargo, tiene una clara imagen para el foráneo: la ch´alla. Es algo así como una bendición, la petición a la Pacha Mama (la Madre Tierra) de un futuro propicio, positivo. Se ch´alla la casa, el negocio, el terreno, el auto, todo aquello que consideras importante en tu vida para vivir bien, para evitarte problemas. Es habitual ver los coches con serpentinas, globos colgados, cubiertos de papelillos y a veces se les rocía de alguna bebida valorada, cerveza o chicha. En ocasiones casi tapan el parabrisas, pero no por ello te van a multar o llamar la atención la policía, es la costumbre, circulas más lentito y ya está. También pueden verse las casas engalanadas, más si son nuevas, y si esa familia está más cerca del mundo andino se realiza una q´oa, un saumerio con hierbas aromáticas y miniaturas que simbolizan tu deseo o petición a la Pachamama, cochecitos de juguetes, pequeñas maquetas de casas, un título universitario pequeñito, un fajo de billetitos de dólar, un avioncito o una maletita que simbolice viajes. Junto al auto, la casa, el negocio, el espacio a ch´allar se hace una fiesta, se hace una parrillada (barbacoa), se bebe bastante y se comparte con las amistades, los compadres y comadres, familiares, vecinos, con quien quieres compartir este momento importante, pues difícilmente olvidas cuándo ch´allaste tu vivienda, tu terreno, tu peluquería, tu despacho o tu taxi.
jueves, 26 de febrero de 2009
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